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04 | 04 | 2013

Preludio hacia el AUTOCONSUMO

Por Cristina Ferrero Fernández (Ingeniera Industrial)

La reciente bajada en el precio de la electricidad, en torno a un 6,6 % en la tarifa de Ultimo Recurso (TUR) para los usuarios domésticos y pequeñas PYMES con una potencia contratada inferior a 10 kW, y que existe desde que las tarifas cambiaron su formato en 2009, se trata de una bajada temporal para el segundo trimestre de 2013, pero que en realidad sitúa los precios de la electricidad al mismo nivel en el que estaban apenas hace un año. En cualquier caso, esta rebaja no compensa ni de lejos el encarecimiento que ha sufrido este servicio básico durante los últimos 6 años. De hecho, no debemos olvidar que el mes de Enero comenzó con una subida del precio del 3%. Y lo que es también una realidad: la tarifa tendrá que volver revisarse dentro de tres meses…
Un hecho está claro: en los últimos seis años la luz ha subido en torno a un 70 %... ¿un 70 %? ¿No es una barbaridad?
‘Para colmo’ casi la mitad de lo que paga un consumidor doméstico se destina a impuestos y cubrir los gastos de la política energética. De una factura media el 45%, se destinaría a estos conceptos: el 27% se emplea para cubrir el déficit generado por el sistema, las primas al carbón y a la energía renovable; el 18% son impuestos directos. En el resto de la factura (el 55%) se incluye, un 34 % que se destina a lo que realmente se paga la energía consumida y un 21 % de peajes del acceso y mantenimiento de la red eléctrica. Normalmente este hecho es expuesto en la factura eléctrica.
Es por esto que, el consumidor doméstico de electricidad en España se ha convertido en un sujeto digno de estudio.
El modelo energético Español debe evaluarse con detalle. En España, el consumidor, no solo paga tarifas que se sitúan entre las más caras de Europa, sino que es el único caso en el mundo –ahí es nada- que mantiene una deuda que supera ya los 24.000 millones de euros y que crece de forma crónica año tras año, según datos de la agencia estadística europea, Eurostat.

Sin embargo, nuestro país ha sido hasta hace poco una potencia mundial en la fabricación, instalación y exportación de un buen número de tecnologías renovables, ecológicas y producidas en nuestro territorio. Lamentablemente, la situación económica actual, y esto mismo, elevado a los sucesivos Gobiernos, ha obligado a dejar de apostar por un sector, que según la UE, crearía millones de empleos y abarataría nuestra energía. Esto no supone ningún beneficio para los intereses de los consumidores finales, y pone freno a una tecnología en auge, con un desarrollo real que ya tenía un camino andado.
Y ¡he aquí la paradoja señores!
El mercado eléctrico actual está dotado con una infraestructura con sobrecapacidad de generación, al mismo tiempo que los precios de la energía mantienen una tendencia creciente.
Ello es debido, en parte, a las generosas subvenciones que fomentaron las renovables, al mismo tiempo que se reducía el consumo por el desplome de la actividad económica.
Por otra parte – dignas también de mención-las eléctricas tradicionales: nucleares, hidráulicas, térmicas…conforman la otra cara de la moneda porque deben seguir produciendo. Y a todo esto hay que añadir que otros tipos de centrales de generación, como las de ciclo combinado, planteadas en su momento como la mejor solución, suponen hoy en día un problema coyuntural de déficit.
Antes de la crisis, estas plantas funcionaban en torno a 7.000 horas anuales y se amortizaban en un periodo relativamente corto, de 10 o 12 años. Ahora, tras el auge de las renovables y junto con el retroceso que ha sufrido el consumo energético en nuestro país, los ciclos combinados han quedado relegados a un funcionamiento en torno a 1.000 horas y de manera intermitente, en este mix de generación eléctrica. Esto daña los equipos y produce pérdidas económicas importantes.
Conscientes de los intereses contrapuestos de todas las partes implicadas, se hace indispensable encontrar una solución, por parte de quien corresponda, que rentabilice las instalaciones existentes y facilite la entrada paulatina de las energías renovables. El coste derivado de esta solución – como no podría ser de otra manera – será asumido por los usuarios.
La realidad es que el sistema eléctrico español lleva más de una década generando lo que es por todos ya conocido como ‘déficit tarifario’; y es que los precios por mucho que hayan subido, no han sido suficientes para cubrir los costes. Definitivamente, el precio de la luz seguirá subiendo. Es de esperar que con la nueva reforma financiera del sector eléctrico, España vea incrementado su precio final para 2013, con un déficit de tarifa aún por liquidar y un escenario normativo agitado, como mínimo.
Llegados a este punto, parémonos a pensar. Como usuarios finales, y tras haber analizado la – inquietante, cuanto menos- situación actual, podemos plantearnos la posibilidad de generar nosotros mismos la energía que demandemos, o parte de la misma, sin riesgo de subidas en el precio del kWh, derivadas de una subasta y de los llamados “peajes de acceso” que aprueba el Gobierno.

El autoconsumo de energía eléctrica es un planteamiento que permite a los consumidores producir parte de la electricidad que emplean en sus hogares o negocios.
Supongamos que usted decide realizar una instalación fotovoltaica en el tejado de su vivienda o negocio, y de esta forma, gracias a una fuente inagotable de energía como es el sol, consigue una energía más barata que la que le suministra la compañía eléctrica. Como es lógico pensar, usted consumirá toda la energía posible de los paneles y tratará de almacenar esta energía para cubrir sus necesidades, por ejemplo durante la noche, cuando el sol no luce.
Pero la tendencia va mas allá, el Consejo de la Comisión Nacional de Energía ha aprobado su informe preceptivo sobre el proyecto de Real Decreto por el que se establece la regulación de las condiciones administrativas, técnicas y económicas de la modalidad de suministro de energía eléctrica con balance neto.
La Comisión valora positivamente el planteamiento del autoconsumo que podría desarrollarse con la nueva modalidad de suministro-producción con balance neto porque desarrolla la producción distribuida y permite el cumplimiento eficiente de los objetivos comprometidos. El sistema de balance neto, medición neta o “net metering”, creado en Estados Unidos, consiste en que la energía sobrante se inyecte a la red a cambio del derecho a consumir la electricidad equivalente cuando sea necesario (por ejemplo de noche, cuando las placas solares no producen). La principal diferencia entre el balance neto y el autoconsumo, es la necesidad de utilizar las redes eléctricas, lo que conllevará unos costes de peajes por el uso de las mismas. El Real Decreto sobre balance neto en España debería haber visto la luz hace meses, sin embargo, es la situación actual de nuestro país la que lo está retrasando.
Y posiblemente, dada la expectativa de futuro que se puede vislumbrar, tarde mucho en salir a flote. ¿Qué podemos hacer…seguir pagando un recibo de la luz que crece de forma crónica año tras año?
El autoconsumo sí es una realidad. Debido a que la tecnología fotovoltaica ha reducido sus costes un 80 % en los últimos cinco años y que la consecuencia directa de disponer de paneles generando electricidad junto al punto de consumo es la reducción del 15 % en las pérdidas ocasionadas durante el trasporte y la distribución de la energía, puede concluirse que el autoconsumo ya es rentable por sí mismo. Sin necesidad de primas ni de subvenciones.
Lo que está claro es que lo que tenemos cerca crea conciencia energética. La generación de energía no es gratuita ni desde el punto de vista económico, ni visual, ni ambiental. Hay pocos sistemas de generación de energía que no causen polémica ni rechazo social.
El autoconsumo fotovoltaico constituye una energía limpia, hecha en casa y donde la sociedad local participa y rentabiliza sus ahorros. Obtenida en instalaciones ejecutadas y mantenidas por empresas y profesionales cercanos. Energía que revierte sus beneficios a la sociedad local. Energía social.
Tenemos que ser conscientes del modelo energético que queremos y reivindicar la necesidad de una política energética clara con perspectivas de futuro.a

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